Por Javi Alfonso.
Este taller ha sido, como todo taller que se precie, un experimento. Y el resultado no podía haber sido mejor. Siempre que nos adentramos en un intensivo de interpretación para cine, les hablamos a los alumnos que traten de olvidar su obsesión por el resultado y traten de centrar su atención en el proceso y disfrutarlo. Pero esta vez, se trataba de un taller para confeccionar una escena (monólogo en este caso) para que los actores/actrices se llevasen una pieza con el mejor acabado posible para que lo utilizasen en su Videobook.
Los chicos se han enfrentado de la única manera que concebimos, con sinceridad y una profunda honestidad. Desde el primer en que lanzamos (literalmente) unos textos encima de la mesa, se abalanzaron como locos sobre ellos para calzarse uno de esos personajes y sus discursos cuanto antes.
Una vez elegidos, empezamos a buscar las claves de cada uno y con todo el esfuerzo y talento, por supuesto, han conseguido configurar lo que ha acabado siendo una magnífica interpretación.
Llegó el momento de «enfrentarse» (aunque no es un enfrentamiento, es más un acercamiento) a la cámara y darle, que no arrojarle, toda nuestra expresividad. El buen hacer de los chicos fue poniendo cada cosa en su sitio.
Nos encantan estos experimentos, sobre todo si tienen estos resultados.